LAS NIÑAS BIEN. La vida color champán.

En México la discriminación por pertenecer a una clase social y el poder adquisitivo que se tiene, es la forma más común de violentar la integridad y la dignidad de una persona.

Desde las altas cúpulas de la élite política y empresarial mexicana, Sofía (Ilse Salas) representa la caída del buen estatus, pero no del porte de una vida con etiqueta de denominación de origen en Las Niñas Bien.

En 1982, un grupo de mujeres jóvenes y adineradas padecen las consecuencias de la crisis económica de la época y la ruptura de las relaciones personales basadas en el clasismo y la falsa apariencia.

Las Niñas Bien, segunda película de Alejandra Márquez Abella (Semana Santa, 2015) y basada en el libro del mismo nombre y escrito por Guadalupe Loaeza, no es una crítica hacia la burguesía mexicana, sino una mirada íntima en la vida a punto del quiebre de este grupo social durante la devaluación del peso en el mandato del perrazo de López Portillo.

La película es un costal de aciertos, desde la propia interpretación de los personajes de Alejandra Márquez y la vida que les otorga a partir de un elenco bien descifrado, hasta la empatía lograda en el espectador con tan difícil sector de la sociedad; los de arriba, los insensibles y pedantes, los igualmente vulnerables.

La sátira social se presenta sola a partir del derrumbe de los personajes, pues la ocupación de los new rich polariza las sensaciones de impotencia burlona y el desprestigio en los que lo pierden todo y de a poco. Incluso las “hombreras”, esos pedazos de espuma quita pon que enaltecían el porte y otorgaban poder y seguridad a mujeres y hombres ochenteros.

Atractiva es su cadencia visual y narrativa, sin prisa pero tampoco con lentitud. Las Niñas bien es también una entonación a la fantasía de pertenecer a alguien o a algo a pesar de tenerlo casi todo. Pero también es una provocación de enojo por la superficialidad en el vivir de muchos cuando el resto del país padece.

Es un instructivo de simulación y parquedad para quien se olvidó de vivir, como canta Julio Iglesias.

Acostumbrados a las historias comunes de la clase alta en comedias burdas y sin fondo, aquellas que insultan nuestra inteligencia desde el póster, Las Niñas bien es un dramón social de tintes históricos y relaciones humanas. La falta de dinero resulta una bomba de reproches, verdades y omisiones, en un país en donde la forma de violencia más punzante es la económica.

Hoy en día les dicen Fífis. Así, Sofía encabeza a Las Niñas bien, igual de odiosas y petulantes como de banales.

Pero la Salas también capitanea a la Ciangherotti y la Gaytán, un tridente maravilloso y seguramente candidateable. La fotografía es pulcra, el diseño de producción interesante y un diseño sonoro mágnifico bajo una dirección puntual y con oficio.

Ganadora como Mejor Película Iberoamericana en el pasado Festival de Málaga, premio del Jurado en Toulouse, Francia y mejor película en Suiza. Es una película que tiene que verse!

Provechito.

Por Carlos Rodríguez.

LAS NIÑAS BIEN / Dir. Alejandra Márquez Abella / México 2018 / 93 min. / Ficción / Woo Films